Como diría Rubén Darío “Juventud,
divino tesoro” muchas veces sobrestimada otras tantas subestimada. Somos el
futuro de una patria que parece condenada a repetir su pasado y tiende a no ver
en el presente oportunidad alguna. Somos los jóvenes quienes hoy en día tenemos
una gran deuda y un compromiso histórico con la sociedad venezolana.
Con el correr de la historia
desde los tiempos más remotos, se tiende a estigmatizar a la juventud como los
culpables, en gran parte de la decadencia moral y ciudadana. Como referencia
tenemos la caída del imperio romano, atribuida en gran medida a la
descomposición social fomentada por los jóvenes de aquel entonces.
Veo con preocupación como varios
jóvenes han sido utilizados por diferentes organizaciones políticas, como
burros de carga y en otros casos como trampolines para llevar al poder a
distintos personajes políticos de toda clase (buenos, regulares y malos) que
solo los toman en cuenta en los discursos. Como dice Ali Primera en su canción
mansa para un pueblo bravo “La sangre joven y el sueño viejo” exige dejar de
ser ingenuos.
En la actualidad debemos asumir
con determinación, el reto de detenernos a pensar y proyectar nuestras visiones
de vida y compartirlas en una visión, de un país mejor, debemos romper con ese
esquema egoísta y contaminante, en el que solo nos debe importar nuestro
beneficio particular, sin tener en cuenta algún propósito social. Es este tipo de mecanismo (Sistema de
Gobierno) premeditadamente construido,
es lo que nos tiene hundidos en una doble moral, de tener que callar y aceptar
muchas cosas por el temor de perder alguna ayuda o puesto de trabajo, ya que
así aprovechan las grandes estructuras de poder para generar dependencia en sus
ciudadanos. De esta manera es que ganan elecciones las nuevas dictaduras en
ambientes “democráticos”.
Es momento de detenerse a pensar,
pues como diría en su época Albert Einstein la mejor definición de locura, es
“seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes” al paso que vamos no
solo estaremos condenando a nuestra generación sino que también estaremos
comprometiendo el país que heredaran nuestros hijos y nietos.
Necesitamos incorporarnos en la
vida pública pues solo de esa manera podemos cambiar la realidad. Y hacerlo de
forma honesta, por el rescate de la actividad política como una actividad
honesta, estoy convencido de que juntos podemos lograrlo.
José Leonardo Caldera
Dirigente Juvenil de UNT
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